“Madurar/ era esto:/ no caer al suelo, chocar contra el suelo, contemplar el pudrirse de la piel/ igual que un fruto antiguo”. Así abre Chatterton, con una revelación que suena a cristal roto, a desengaño. El propio del transcurrir del tiempo, pero también el propio de esta época marcada a fuego por la palabra “crisis”. Un libro definido por el jurado del Loewe (con miembros como Caballero Bonald, Francisco Brines o Soledad Puértolas) como “generacional”. Y algo hay de cierto: “Nos habían dicho que íbamos a ser una generación con toda la vida resuelta, exitosos, los mejor preparados de la historia… Y sin embargo nos estamos encontrando con precariedad laboral, social, emocional. No sé si es un libro generacional. Es un libro sobre el fracaso”
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